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Un cambio generacional en Marbella


Claudia Prahtel - 15/05/2018 - 0 comments

Después de 35 años al mando de la dirección de la clínica de Marbella, Jutta y Claus Rohrer han decidido retirarse del negocio operativo. Katharina Rohrer-Zaiser y Víctor Wilhelmi, miembros de la cuarta generación de la familia Buchinger Wilhelmi, asumirán las tareas directivas. Las dos generaciones se reunieron en la residencia familiar a finales de octubre para hablar del pasado y del futuro.

Victor: ¿Cuántos años habéis trabajado en la empresa?

Jutta y Claus: 35 años. Llegamos a Marbella en la primavera de 1982 e inmediatamente empezamos a trabajar en la clínica.

Victor: ¿Cuántas personas formaban entonces la plantilla?

Claus: Unas 60. Hoy en día son cerca de 190. La plantilla se ha triplicado, a diferencia de los pacientes, cuyo número “solo” se ha duplicado.

Victor: ¿Viviste en la clínica tu primera experiencia con el ayuno?

Claus: No, la primera vez que ayuné – y esto es lo curioso – fue antes de conocer a Jutta. La historia fue así: en 1973, el libro de Hellmut Lützner “Renacer a través del ayuno”, un bestseller en aquella época, cayó en manos de una amiga. Ella probó el ayuno y, siguiendo el lema de “lo que tú puedes hacer, también lo puedo hacer yo”, ayuné por primera vez, ¡en 1973! Sin embargo, las auténticas curas de ayuno las he realizado en Überlingen. Jutta: Yo ayuné en Überlingen después de tener a mi primera hija (Katharina), hacia los 29 años.

Katharina: ¿Cómo tomasteis la decisión de venirnos aquí?

Jutta: La decisión fue bastante rápida. Nuestros padres (Helmut y María) nos llamaron y nos preguntaron si no nos interesaría trasladarnos a Marbella. Nos sentamos, elaboramos una lista de los pros y los contras y en menos de semana habíamos tomado la decisión. Antes, todo se hacía más por impulso y así también surgió aquí la clínica.

Claus: La idea de trabajar en Marbella, de poder aportar algo, de participar en la gestión, junto con todas las cosas buenas que la vida ofrece aquí, resultaba estimulante y tremendamente atractiva a la vez.

Victor: ¿Cómo era trabajar con la abuela María? Sin duda, debió ser un equipo muy dinámico. ¿Cómo os organizabais?

Jutta: La dirección la marcaba ella.

Claus: Helmut Wilhelmi se implicó mucho en la organización. Evidentemente, ellos tomaban las decisiones importantes y gestionaban las inversiones. Lo bueno fue que yo me gané enseguida su confianza; también la de mi suegra, y por ello puede actuar con libertad al cabo de relativamente poco tiempo. Además, como desayunaba con ella todos los días, hablábamos mucho; de María Buchinger aprendí muchas cosas sobre el ayuno y la gestión del personal.

Katharina: Al echar la vista atrás ¿qué es lo que, en vuestra opinión, ha cambiado más en la clínica?

Jutta: En los años 90 empezó realmente el boom del ayuno; la clínica estaba a rebosar. Por primera vez había lista de espera de más de seis meses. ¡Fue realmente increíble!

Claus: Antes, había tantos pacientes españoles como alemanes.

Jutta: Es cierto, así era: 40% españoles, 40% alemanes y 20% de otras nacionalidades. Hasta pasado algún tiempo no se incorporaron los franceses y pacientes de otras partes del mundo.

Claus: Para mí, la mayor diferencia estriba en que hoy trabajamos de manera mucho más profesional que entonces. Y también en que hemos crecido en todos los aspectos: más espacio, más colaboradores, más pacientes, más terapias, es decir, un crecimiento continúo.

Victor: ¿Ha habido también momentos de crisis? ¿En qué momento os pusieron realmente a prueba?

Jutta: La guerra del Golfo en los años 90 fue una época muy dura. Yo practiqué meditación por la paz con los pacientes.

Claus: En los años 90 hubo algunos momentos difíciles en el aspecto profesional. Al principio de la década nos dimos cuenta de que, a pesar de contar con una buena ocupación, los números no cuadraban y el éxito económico no era el esperado.

Katharina: Al recordar el pasado, ¿cuá– les fueron los momentos culminantes?

Jutta: El 30º aniversario fue muy bonito. ¡Fue taaan creativo! Sonó el “Cumpleaños feliz” a ritmo de tango, de czardas húngaro, de minueto, de jazz, etc. Yo acompañé a Miguel, nuestro profesor de baile, a Málaga, a una empresa de alquiler de disfraces, y allí bailamos diferentes bailes y ritmos con los trajes correspondientes. ¡Fue maravilloso! Una fiesta con 300 invitados de Marbella y alrededores.

Claus: A mí me parece increíble que el mundo entero se reúna en nuestra clínica, que es relativamente pequeña. Si pensamos en las distintas religiones y culturas y en las diferentes generaciones, no cabe duda de que en ella se ha creado una auténtica atmósfera de convivencia. El hecho de que esto sea posible en el mundo de hoy es algo realmente positivo. Que Buchinger Wilhelmi haya conseguido crear un mundo lleno de paz en el que todas las personas se sienten felices no es una utopía, sino una realidad.

Jutta: Y esa atmósfera se nota sobre todo en Navidad. Quizá la promueva también el ayuno. Claus: Lo más hermoso es, sin duda, el contacto humano. Un momento inolvidable para mí fue cuando conocí a Max Frisch y tuve ocasión de conversar amigablemente con él. Cuando finalizó su estancia con nosotros, vino a despedirse, me dio las gracias y me regaló un libro dedicado. Desde el punto de vista profesional, los momentos culminantes fueron, naturalmente, las inversiones que hicimos en 2010/2012 para construir Villa María. Que la decisión haya sido un éxito tan grande hacia el final de mi carrera es, sin duda, una satisfacción enorme.

Victor: ¿Creéis que los pacientes han cambiado? ¿El perfil y las necesidades son hoy en día diferentes?

Jutta: Yo creo que las personas que actualmente vienen a la clínica necesitan mucha más atención. Por supuesto, el ayuno funciona igual que antes, pero, a mi parecer, los pacientes actuales tienen más necesidades. Necesitan más sosiego, necesitan más encontrarse a sí mismos. Esta será, en mi opinión, una de las tareas principales del futuro. El mundo de hoy es muy exigente con las personas, sobre todo en lo que atañe a su mundo interior. Los pacientes no padecen tantas enfermedades físicas, pero, en cambio, tienen muchas necesidades espirituales.

Claus: Yo también observo que están más informados que antes en lo que se refiere a la salud, pero el problema radica en poner en práctica esos conocimientos.

Victor: Somos una empresa familiar. En vuestra opinión, ¿qué importancia tiene esta circunstancia para las personas que trabajan en ella?

Jutta: Desde el principio hemos sido una gran familia. Eso lo tenía muy claro tu abuela y así nos lo ha transmitido. Ella siempre tuvo contacto con todos los colaboradores. Sabía quién hacía qué, cómo le iba a cada uno, cuáles eran sus circunstancias familiares, etc. A pesar de haber crecido mucho, creo que hemos podido mantener ese trato tan personal.

Claus: Nuestro éxito se basa en gran medida en que somos una empresa familiar y por ello podemos transmitir no solo el espíritu, ahora ya a la cuarta generación, sino también los valores que representamos.

Víctor: Esa es también mi opinión. Hemos conocido la empresa desde niños: yo en Überlingen y Katharina sobre todo en Marbella. Recuerdo que ya desde muy pequeños todo el mundo nos conocía en la clínica. Por mi parte, siempre he sentido una gran cercanía hacia los colaboradores.

Katharina: En Überlingen, la casa de tus padres está a tres minutos a pie de la clínica y con vistas a ella. Yo he crecido con María Buchinger, que vivía en Villa Mariposa, a un minuto a pie de la clínica. Por eso, también físicamente estábamos presentes. Cuando hoy en día me presento a los pacientes, más de uno me dice: “A ti te conozco de pequeña. Nunca te perdías una velada de flamenco”

Claus: ¿Qué criterios os movieron a tomar la decisión de trasladaros a Marbella?

Katharina: Yo soy la mayor de la cuarta generación y he vivido mucho tiempo en Stuttgart y en Mannheim. Trabajaba en otra empresa hasta que un buen día Raimund Wilhelmi me ofreció un puesto en la clínica de Überlingen. El trabajo en otras empresas no me llenaba y empecé a buscar algo distinto. Entonces decidí probar suerte en la empresa familiar. Me di cuenta de que me sentía mucho más motivada y acudía al trabajo con alegría y llena de energía. Cuando nació mi hija, enseguida comprendí que me gustaría regresar a mis raíces, a Marbella, donde he nacido y donde viven mis padres. En las reuniones familiares sobre estrategia empresarial hablábamos sobre el futuro de la empresa y así nos enteramos de que teníais la intención de iros retirando paulatinamente. Aproveché la ocasión y dije que me gustaría trabajar en Marbella. Los tiempos encajaban perfectamente.

Víctor: Yo estaba interno bastante cerca de nuestra casa en Überlingen. Todos los fines de semana, la casa se llenaba de compañeros de colegio y allí fue donde me di cuenta de que me gustaba ser anfitrión. Luego estudié hostelería en Suiza y tras colaborar en varios proyectos, llegó el momento en que me dije: “Ok. Ya puedo aportar algo, puedo contribuir al desarrollo de la empresa”. Y en una de esas reuniones familiares, donde cada vez se iban concretando más cosas, tomé la decisión: “Me quedo aquí en Marbella con Katharina”. Los de la cuarta generación nos entendemos muy bien. La posibilidad se hizo cada vez más atractiva. Ya llevamos aquí un año y medio y he de reconocer que en ningún momento me he arrepentido lo más mínimo de la decisión. Tanto los pacientes como el personal nos recibieron desde el primer momento con los brazos abiertos.

Claus: ¿Qué queda aún de los orígenes?

Katharina: A mi parecer, quedan muchas cosas, sobre todo porque estábamos muy unidos a María Buchinger, quien lo aprendió todo desde la base al lado de su padre, Otto Buchinger. Mantuvimos una relación muy estrecha con ella no solo como abuela, sino también como directora senior de la clínica. Creo que de ella hemos aprendido lo que es importante, lo que se puede conseguir con el ayuno, por qué es esencial ocuparse individualmente de cada paciente. Cuando ahora hablamos con los pacientes, nos dicen: “Se nota. De alguna manera se nota la presencia de María. Todo lleva su firma y, por favor, conservadlo”. Y nosotros estamos totalmente de acuerdo en que debemos preservar su legado; de lo contrario dejaríamos de ser Buchinger Wilhelmi. Lo cuidaremos como un tesoro.

Víctor: Ese es un aspecto muy importante. Los pacientes que nos visitan desde hace años nos recuerdan cómo era todo antes y qué es lo fundamental. Se podría comparar con un árbol: el tronco sería la base, el Método, los valores, la dedicación permanecen, pero las ramas cambian. Hay que ir con los tiempos. Como ha dicho Jutta, el perfil y las necesidades de los pacientes varían. No obstante, debemos conservar los conceptos comprobados siempre que tengan sentido. El lema de María era: “Si la calidad de vida y la salud lo exigen, ¿por qué no?”

Claus: Ahí radica el conflicto: de una parte está la tradición y el éxito conseguido hasta ahora y, de otra parte, las nuevas necesidades, los nuevos mercados, vuestros propios intereses. ¿Tenéis alguna idea sobre cómo vais a manejar esos dos aspectos?

Víctor: Personalmente, creo que Buchinger Wilhelmi es una empresa con una base excelente. En mi opinión, lo que tenemos que hacer es afianzar nuestro Método y seguir desarrollándolo y, sobre todo, no perder la cercanía con el paciente. Si prestamos a los pacientes la misma atención que vosotros, sabremos cuáles son sus necesidades y podremos actuar en consecuencia.

Katharina: ¡Una evolución!

Jutta: Nuestro Método sigue siendo muy moderno, acorde con los tiempos, quizá incluso más que nunca. No creo que resulte difícil conservar la base y, al mismo tiempo, seguir evolucionando.

Katharina: Me gustaría que nos explicarais la historia de la vela. ¿Por qué nos regalasteis una vela hace año y medio?

Jutta: Es la historia de un hombre, cuya empresa no iba bien. Fue a visitar a un sabio y le preguntó: “¿Qué puedo hacer? Mi empresa no funciona”. El sabio le entregó una vela y le dijo: “Cada día lleva la vela encendida a una habitación distinta de tu empresa”. Así lo hizo el hombre e, inmediatamente, la empresa empezó a prosperar. La moraleja es: hay que estar presente, mirar a nuestro alrededor y mantener los ojos abiertos.

Victor: ¿Os seguiremos viendo por la clínica?

Jutta: De vez en cuando.

Claus: En momentos puntuales. Por supuesto, siempre estaremos allí cuando nos necesitéis, como respaldo en cuestiones especiales. Y, naturalmente, hay pacientes a los que conocemos muy bien y a los que nos gustará seguir viendo y, como no puede ser menos, habrá también ocasiones especiales. Víctor: Nos gustará mucho veros por la clínica y teneros cerca.

Katharina: Quizá se puedan organizar de vez en cuando desayunos tradicionales, como hacía María Buchinger, ¿qué os parece?